Comienza su formación artística con su padre José González Redondela, pintor y escenógrafo. En 1945 envía un cuadro a la Exposición Nacional de Bellas Artes firmado con el seudónimo heredado de su padre (Redondela), el cual no abandonará nunca. En esa época entra en contacto con los miembros de la Escuela de Madrid: Álvaro Delgado, Vázquez Díaz, etc. Comienzan las exposiciones y los viajes por España, durante los que toma apuntes al natural que después reelabora en su estudio, convirtiéndose el paisaje en el tema preferido por el artista. En 1950 es seleccionado para participar en la Bienal de Venecia, y en 1954 obtiene una beca de la Catherword Foundation de Filadelfia que le permite viajar a Estados Unidos. En los siguientes años se suceden los éxitos y los galardones.
Aunque realiza con gran maestría retratos y bodegones, adquiere especial relevancia su pintura de paisaje, tanto por su técnica cómo por su personal plasmación de la realidad, utilizando una gama cromática fría aplicada con generosas pinceladas, a pesar de lo cual sus pinturas están llenas de luz. Con los años evoluciona hacia una simplificación y esquematización de las formas, buscando las formas geométricas que conforman las figuras y formas de las escenas.