Inicia su trayectoria realizando estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Al no serle convalidados éstos, tras la Guerra Civil ingresa en la Escuela de Pintura que dirigió en Madrid el pintor Vázquez Díaz. Entre 1939-1942 forma parte de la Segunda Escuela de Vallecas para abandonarla al poco tiempo por sus diferencias con Benjamín Palencia. Con la figuración como punto de partida, su obra evoluciona con los años hacia el expresionismo, llegando a ser considerado uno de los mejores retratistas de la Historia del Arte Español.
Su paleta de color evoluciona con el tiempo reflejando el entorno que le rodea. Durante su estancia en Asturias, en la década de los sesenta, el verde será el protagonista de sus obras, hasta que se establece en la Villa de la Olmeda en éste donde dejará paso a los colores cores y amarillos de la zona. En la década de los 80 la gama se amplia hacia los tonos rojos, potenciando así la luminosidad y el dramatismo. También cobra protagonismo el negro. El motivo pasa a un segundo plano ganando protagonismo el ritmo y color de las líneas.