Su pintura refleja, como la de Darío de Regoyos y la de Ignacio Zuloaga, una visión subjetiva, pesimista y degradada de España, de gran carga social, de sus tipos y paisajes, de sus costumbres, sus luces y sus sombras. Coetáneo de las generaciones del 98, del 14 y del 27, Solana es considerado por los miembros de esta última generación parte de su paisaje vital, pues el artista fue uno de los pilares de la tertulia del madrileño Café de Pombo.
En su pintura se pueden apreciar influencias de los pintores del tenebrismo barroco, en especial Juan de Valdés Leal, tanto por su temática lúgubre como por las composiciones de gran claroscuro, pero sobre todo es patente la influencia de las Pinturas negras de Francisco de Goya o del romántico Eugenio Lucas. La utilización de una pincelada densa y de trazo grueso en la conformación de sus figuras, así como su paleta tenebrista, resaltan el oscurantismo de la España del momento.