En a escuela de Bellas Artes de San Fernando conoce la pintura de vanguardia, así como a los futuros fundadores del grupo El Paso, Antonio Saura, Rafael Canogar, Manuel Millares y los escritores Manuel Conde y José Ayllón.
Sus primeros trabajos se inscriben dentro del campo de la pintura figurativa, para posteriormente atravesar una fase en la que experimenta con el cubismo y finalmente adentrarse de lleno en la abstracción hacia 1953. Tras su estancia en París, donde recibe influencias del automatismo y la pintura matérica, comienza a trabajar con pasta de óleo y arena, con una paleta de colores reducida a los negros, blancos y ocres, a la que irá añadiendo con el tiempo colores más vivos con planos lisos, hasta introducir el color rojo a modo de círculos, en una clara evolución hacia una simplificación formal y material, que nos recuerda al arte japonés. En la década siguiente introduce motivos geométricos en sus pinturas para terminar la década con una serie de pinturas blancas. A lo largo de los 80 crece la geometría, en una perfecta combinación con sus trazos gestuales, a modo de estallido. En la producción de los últimos años, el artista recupera los elementos habituales en sus pinturas como la paleta de rojos y ocres y los elementos formales, círculos y cuadrados, la obra se convierte en el punto de encuentro de formas, colores y gestos.