Nace en Pontevedra pero al año de su nacimiento su familia tuvo que emigrar a Argentina por razones políticas, de donde regresa en 1956 para asentarse en España.
Fue un gran aficionado a la pintura desde muy joven. Inicia sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires, estudios que abandona pronto y decide dedicarse a la pintura de manera autodidacta tras conocer al pintor gallego Laxeiro. Estos años realizara retratos por encargo y trata otras temáticas figurativas. En 1962 conoce al famoso grabador Dimitri, de quien aprende la técnica del grabado, que será probablemente la disciplina que más le ha ayudado a su proyección internacional. Durante esta década viaja por Europa y realiza numerosas exposiciones. Regresa a Barcelona en 1975 y en 1979 se instala en Nueva York. En los últimos años, en los que alterna su residencia entre Ibiza, Madrid y Nueva York, indaga sobre el paisaje mediante grandes formatos, a la par que intensifica su actividad como guionista.
Su obra se aproxima al surrealismo, con escenas oníricas que dialogan entre la abstracción y un hiperrealismo muy personal donde se refleja su maestría en la técnica del dibujo. Siempre ha sido alabado por la crítica, tanto por su dominio del dibujo y como por mantenerse fuera de corrientes y tendencias artísticas definidas. Castillo ha investigado en el campo de la escultura, pintura, collage, grabado, literatura o cine.