Fundador de la Escuela de Vallecas en 1929 junto al escultor Alberto Sánchez, Benjamín Palencia fue un pintor completamente autodidacta que prefirió aprender de Velázquez o del Greco antes que en ninguna Academia. A lo largo de su trayectoria artística se pueden diferenciar diferentes etapas marcadas por su recorrido vital, muy influenciado por la cultura de vanguardia del momento y en especial por Juan Ramón Jiménez y la generación del 98. Comienza con una etapa que responde al nuevo clasicismo imperante en aquella época en Madrid, una tradición figurativa depurada con alguna influencia tardocubista. A finales de la década se traslada a París donde conocerá a Picasso y Miró, a los que se irá aproximando estilísticamente.
Tras su vuelta de la capital francesa y la fundación de la Segunda Escuela de Vallecas en 1942, Palencia se convierte en uno de los artífices del resurgimiento del paisaje castellano junto a Álvaro Delgado o Carlos Pascual de Lara entre otros. Representará el paisaje con una estética próxima al surrealismo, a lo que añadirá el empleo de materiales extraídos del propio paisaje, algo inusual para la época y que se calificó como surrealismo telúrico. En 1946, manteniendo la temática del paisaje, inicia una nueva época en su obra, caracterizada por una mayor libertad formal y un color encendido de raíz fauve que mantendrá hasta su fallecimiento en 1980.
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