Por David Uribarri
Se me pide que escriba un pequeño preámbulo sobre las fotografías de mi querido amigo Jose Martín-Granizo que podéis ver a continuación. Y, para qué negarlo, no sé qué diantres escribir. Nunca lo he hecho antes y no vienen a mi cabeza frases hechas del tipo “su fotografía visualiza las entradas más iridiscentes del alma humana” o alguna otra del tipo “!una luz que resalta la oscuridad palpitante del sueño escondido más allá del subconsciente”. Así que dejaré para otros mucho más duchos que yo, entrenados en el noble arte de prologar exposiciones, muestras, retrospectivas y demás actos culturales, que escriban, si así lo desean, de su arte y de su técnica. Yo, por mi parte, en la medida de mi limitada capacidad, escribiré sobre la inmensa suerte que tuve de compartir su grata e inteligente compañía, del placer de su constante presencia cada vez que lo requería y de su grandeza en la amistad y la generosidad como artista y como persona.